Regresé de mis vacaciones sorprendida de que me dejo llevar por la corriente, por la insoportable mezquindad de la época post-navideña. Preguntándome además si era el momento apropiado para cerrar círculos en mi vida. Sí lo era.
Sin mayor motivación que ésa, me dispuse a levantarme y ponerme en la actitud y aspecto que tiene una mujer que no quiere gustarles a los hombres. Así me sentía y así mismo muestro la cara en éstos días.
Con un café de testigo y cigarro en mano, empecé a sacar conclusiones, tomando notas. Algo que probara que no tenía sentido alimentar la esperanza de mi relación recién terminada, y de que entonces alguna vez podría entrar alguien en mi vida que no saliera enseguida (por mi culpa) o a quien no tuviera yo qué correr de la misma al instante (por su culpa).
Las notas son las siguientes:
1) Hay hombres no tan guapos y guapos. Los guapos, o son unos patanes o no son lo suficientemente interesantes o son unos cabrones confesos. Los no tan guapos son unos cabrones no confesos.
2) El 10% de los hombres tiene interés en una mujer y de ella sólo quieren sexo. El 90% restante tiene interés en muchas mujeres y sólo quiere sexo con ellas.
3) Al 80% de los hombres no le interesa ninguna mujer en concreto. Del 20% restante, a un 18% le gustan mujeres sin ningún contenido intelectual, sino solamente que estén buenas (y que presten); sólo un 2% de los hombres muestra interés por una mujer inteligente, determinada y con carácter. De ellos, a un 1,8% le interesa ésa mujer concreta pero no se anima a conquistarla.
Un 0.1999% de hombres va detrás de una mujer que le interesa recuperar y sólo un 0.0001% sigue interesado en la mujer que ya ha conseguido. De ellos, el 0.0000999% quiere a esa mujer para una relación a corto-mediano plazo con o sin los compromisos que conlleva. Queda entonces, un 0,0000001% que son aquellos hombres que tienen interés genuino en una mujer a largo plazo.
4) ¿Lo triste de ésta última estadística? Es que ése 0,0000001% de hombres auténticamente interesados en una mujer a largo plazo, ¡es el mismo margen de error de mis estadísticas!
5) Hay hombres interesantes y no interesantes. Los interesantes ya están dados (o fingen que lo están) y no están disponibles. O aparecen de repente y se descubre que no son tan interesantes. O resulta que mantienen relaciones sexuales sin complicaciones con una o varias mujeres (y hombres, en el peor de los escenarios).
6) Primera conclusión: la segunda opción es mejor, es decir, conquistar a un hombre no tan guapo y no interesante que además no le interese ningún tipo de mujer en concreto. Ése tipo de hombre es común, son intercambiables y duran lo que prometen. Si una quiere, puede conservarlos para toda la vida.
7) Segunda conclusión: lo más inteligente es renunciar a los hombres y mandarlos directito a la chingada cuando se pierda el interés. Hacerse lesbiana es una reacción infantil y una honra demasiado grande para el sexo masculino.
No incluyo en mis estadísticas a los hombres casados o que ya mantienen una relación, por desgracia propia puedo decir que:
1) Los hombres casados son los mejores amantes. Pero se debe prescindir de sus servicios rápidamente para no caer en un enamoramiento (dato proporcionado por desgracia propia, jajaja)
2) Los hombres que no son casados pero que están en una relación y andan coqueteando con alguien más allá de su pareja ni siquiera merecen ser mencionados.
Entonces, así como me ven, o no me ven, regresé de mis vacaciones convertida en una militante feminista radical; por suerte no traigo una motosierra en la mano. Quizás sea ahora alguien que ha abogado por la libertad sexual después de conocer las múltiples caras del sexo masculino.
Debo mencionar que a pesar de tantos chingadazos en cuanto a mis relaciones no he llegado a despreciarlos. Quizás porque no tengo las tempestades necesarias para reflexionar sobre eso.
Estoy probablemente en una fase donde debo disfrutar mi soltería como si fuera un buffet que colma días y semanas enteras. ¿Porqué? Porque tengo pensado y planeado y escrito e imaginado un escenario que tenga todo lo necesario para recibir a quienquiera presentarse y para que sea ése escenario el ideal para que ése quienquiera se sienta cómodo para lo que aconteciese: una noche, un mes o toda la vida.
Así, simplemente esperar a que llegue ésa persona nueva por la que merece la pena estar al teléfono hasta altas horas de la noche, reírse, compartir felicidad y comprar lencería sexy para seducirle, enamorarle e incendiarle con pasión.
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